Sunday, May 27, 2018

PIROPOS




Por Nibaldo Calvo Buides 

Halagos para unos, vulgaridades para otros. Ese es el piropo, esa frase ingeniosa que se lanza a una persona -tradicionalmente de hombre a una mujer- para cortejarla o enamorarla.  El piropo convive con normalidad en los países hispanohablantes, por lo que a los hispanos que viven en Estados Unidos les resulta harto difícil tener que abstenerse de lanzarle un piropo a una mujer en la calle, porque esta, amparada por leyes de este país, podría denunciarlos por acoso sexual.  
“El piropo, al menos en Cuba, existe desde tiempos inmemoriales y constituye uno de los rituales más hermosos y halagadores para la mujer, siempre y cuando sea dicho con elegancia, buen gusto, respeto y galantería”, así dice Belkis Ramos Rivera, quien reside en Louisville. 
 “En nuestra tierra un piropo puede ser un simple guiño, un susurro o un gesto desbordado que denote la alarma ante tanta belleza. Desgraciadamente, a algunos caballeros se les van las manos y caen en la grosería, la vulgaridad y lejos de halagar, más bien lo que hacen es alarmar o asustar a las damas. Es entonces cuando creo que pudiera hablarse de violencia verbal.” 
Es cierto que en muchas ocasiones en los países hispanohablantes escuchamos “piropos” como estos: “Mamacita, ven con papi”, “Te comería con papitas fritas“o “Déjame darte una mordida”. Esto de ninguna manera las hace sentir valiosas y bellas. Es un ataque a la intimidad femenina, y se transforma en acoso sexual, que es una forma de violencia porque sin sus consentimientos las hacen sentir humilladas y subordinadas a los deseos varoniles. 
La palabra piropo es de origen griego, pyropus, y significa fuego rojo. Los romanos la tomaron y la usaron para clasificar piedras finas llamadas granates, de color rojo rubí. El rubí simbolizaba el corazón, y era la piedra que los galanes le regalaban a la cortejada.  
 “Los hispanos gustan de elogiar a sus mujeres, tal vez porque gozan de una belleza exorbitante o simplemente porque a través de los elogios entran más fácilmente al corazón de las damas, quienes se sentirían halagadas con una  frase que enaltezca su ego. Alguna vez leí que el piropo es una mezcla de ilusiones y sentimientos, que lograban un tono de vivacidad único, inconfundible y estallante. Es una tradición que debía seguir viva en el corazón de cada hispano. 
“Hace poco tiempo que estoy en la ciudad de Louisville, pero desde que llegué, nunca he escuchado a un hombre piropear a una mujer en la calle. Quizá porque las condiciones son otras, porque las costumbres son bien diferentes aquí, o por temor al malentendido que tan graves consecuencias legales pudiera acarrear.  
“Pienso que las leyes del país limitan bastante la forma de actuar de los hispanos en ese sentido. Tanto en la calle como en los centros de trabajo, está ya muy arraigado el concepto de acoso sexual y en ocasiones hasta se abusa de él, razón por la cual no hacen uso del piropo como en sus países de orígenes”, recalca Belkis. 
El mismísimo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no escapó a las críticas cuando a inicios de año le lanzó un piropo a la fiscal general de California, Kamala Harris. Su comentario fue tildado por algunos como sexista. El piropo de Obama fue: "Ella es brillante y entregada, es una chica dura. Además, resulta que es, de lejos, la fiscal general más atractiva". Luego, Obama expresó disculpas públicas. 
Y no había sido la primera vez que Obama se enfrentaba a polémicas de este tipo. En el 2008, antes de acceder a la presidencia, estuvo en el ojo del huracán de las feministas al decirle "dulzura" a una periodista. "Espera un segundo, dulzura", expresó el entonces candidato a una reportera que le había formulado una pregunta. 
 “El piropo forma parte de la cultura heredada de mis padres y abuelos, y sirve para resaltar la belleza y rendir tributo al sexo femenino.  En el caso de Cuba, el buen piropo es parte de nuestra idiosincrasia y uno aprende a decir piropos desde niño, como se desarrolla el habla o la habilidad de caminar. 
 “Nunca le he dicho piropos groseros a una mujer. Siempre tengo bien claro cuáles son los límites de respeto hacia cualquier persona, sentencia Jorge Orlando Parrado Barbarrosa. 
¿Consideras que en el Estado de Kentucky los hispanos dicen piropos como lo dicen en sus países de orígenes? 
“No, para nada. Primeramente al existir tanta diversidad de culturas y al ser el idioma español tan rico en estructuras y tan regionalizado al mismo tiempo, se hace difícil dar a entender el mensaje de igual forma. Por otra parte, nos es costumbre de este país el halagar a las damas mediante piropos, al menos no de la manera caliente y pícara que caracteriza al latino.”  
¿Opinas que las leyes norteamericanas respecto al acoso sexual hacen que los hispanos no digan piropos en la calle como lo hacen en sus países de orígenes? 
“Definitivamente. En mi caso personal fue una de las cosas más impactantes al adentrarme en la cultura norteamericana, y es muy triste, porque este tipo de leyes lejos de "proteger" yo no se qué, matan el clásico cortejo entre un hombre y una mujer, harían que el mismísimo Shakespeare reconsiderara su obra de Romeo y Julieta.” 
En la actualidad existen mujeres que también les dicen piropos a los hombres, hasta llegar al acoso verbal y sexual. Y aunque normalmente los “afectados” reciben con beneplácito ese ataque a la intimidad masculina, no deja de ser un acoso verbal y sexual, por lo que los grupos feministas también deberían tener en cuenta que a veces son los pájaros quienes le tiran a la escopeta. 


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